Desde que el pasado mes de junio decidí abrirme públicamente y contar mi experiencia de supervivencia, me han empezado a llegar llamadas que, todavía hoy, me asombran. Una de ellas ha sido para presentarme al director del documental La palabra maldita, Javier Álvarez Solís. Esta persona cercana me contaba en su mensaje que se trataba de un proyecto audiovisual que visibilizaba el suicidio y sus múltiples caras para concienciar a la sociedad y apoyar en la prevención, y me preguntaba si me interesaría ponerme en contacto con él. – Pensé: «¿Hola?, ¿un documental para dar luz a la oscuridad del suicidio contando con supervivientes, profesionales de la salud y otros agentes sociales interesados? ¡Sí, quiero, gracias!».
Y aún me sigue pareciendo increíble que mientras nacía el proyecto La niña amarilla se estuviera rodando en València el documental La palabra maldita. ¿Casualidad?, ¿causalidad? Javier me llamó, hablamos un buen rato, y nos dimos cuenta de lo mucho tenían en común nuestros proyectos. Queremos que la sociedad hable de las muertes que cada año dejan agujereadas a miles de familias, con un dolor insoportable que llevamos silenciando demasiado tiempo. Es injusto no dejar espacio para el duelo, no escuchar sus voces ni participar en algo que necesitamos hoy y ahora: la prevención del suicidio. Yo escribo relatos suicidas contados desde el amor, él y su equipo visibilizan esta realidad poliédrica a través del formato documental.
La entrevista
Acordamos una noche de verano para hacer la entrevista en el estudio y el día anterior lo pasé inquieta. A pesar de haber contado mi historia en varios medios de comunicación no me había sentado delante de una cámara a hacerlo y estaba nerviosa. El hecho de que el documento quedara grabado para su reposición a gusto del público me hacía temblar. Repasaba mi historia mentalmente en la cama y respondía a varias preguntas que yo misma me hacía: ¿me derrumbaré?, y si pasara, ¿qué problema habría? Cero.
Rompí el hielo con Javier tomando un agua con gas frente al estudio y compartiendo aspectos profesionales y personales que cruzaban nuestras vidas hasta que, de repente, me vi sentada en un plató oscuro con mi camisa amarilla. La magia sucedió y estuve comodísima compartiendo mi historia personal, la que me ha llevado hasta estas letras, y el proyecto al que dedico buena parte de mi vida en estos momentos: La niña amarilla. Agradezco la profesionalidad y la sensibilidad de Javier y del resto del equipo de La palabra maldita. Reí, lloré y sobre todo, sentí muchas emociones que me afianzaron en este camino de descubrimiento de mí misma y de esta necesidad que tenemos todas las personas a las que nos ha tocado el suicidio de un modo o de otro. Queremos hablar y dar su espacio a las miles de muertes que cada año nos paralizan. Es hora de moverse.
Aquí podéis leer más sobre mi participación en el documental.
¿Para qué se rueda La palabra maldita?
La palabra maldita es un documental sobre el suicidio y su prevención y se rueda para dar voz a sus supervivientes y a los diversos agentes implicados en esta realidad global. Para entender la importancia de darle un espacio en la sociedad, porque «aquello que convertimos en tabú se viste de especulación, se materializa como estigma y termina en injusticia».
El documental cuenta, entre otras personas, con la participación de Carmen, Dolors y Alba, tres mujeres unidas por un objetivo común: romper el silencio impuesto sobre el suicidio. «Un mal que castiga a nuestra sociedad donde más nos duele: en la juventud y las personas mayores, desesperanzadas, y en las que se quedan tras la muerte de un ser querido. Una amenaza real pero negada, que provoca la muerte de diez personas al día de media en España, y a la que nuestras protagonistas se enfrentan desde sus propios universos: la política, la educación y el arte».
Aquí puedes ve el teaser del documental.
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